Una maravilla de invierno
Por Fiona Breslin
En invierno, cuando otras verduras se toman un descanso, el saludable nabo sueco, rico en antioxidantes, llega al mercado. La rutabaga es una verdura, que por muchas razones no se merece su anonimato. La mejor de estas razones es que una taza contiene el 53% del consumo diario requerido de vitamina C, una bendición para el sistema inmune durante la temporada de resfriados y gripe, y para quien está en tratamiento. También es rico en vitamina B, fibra y potasio. A pesar de su apariencia rubicunda, desarrolla una dulzura natural al cocinarlo.
Consejos del chef
El nabo sueco es redondo, con una pulpa amarilla-naranja. Mientras más pequeño es el bulbo, más dulce es su sabor. Escoja los que sean pesados y firmes, sin manchas en la piel. Pélelos siempre antes de usarlos, para remover la capa cerosa que a veces poseen. Los tubérculos se mantienen de 1 a 3 semanas en el refrigerador.
Consejos para las recetas
La cocción hace aflorar la dulzura natural del nabo sueco. Pruebe nuestra versión del estofado italiano de verduras Giambotta, hecho con rutabaga y apio, si desea un delicioso y ligero plato principal. También puede asarlo, cocinarlo al vapor o hacer un puré. Para asarlo, córtelo en cubos de 1’’ y sazónelo con aceite de oliva, romero y sal. Hornéelo en una bandeja para hornear galletas, colocando una sola capa, a 400 grados hasta que esté dorado y tierno; y sírvalo como acompañante. También puede hacerlo en puré, combinándolo con papas o ñames (camotes), y agregando un poquito de nuez moscada rallada para darle un toque súper saludable.
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