Cáncer: El Papel Realista de la Comida

Este artículo viene de uno de los nuevos Miembros de la Junta de CFYL, el Dr. Stewart B. Fleishman. El Dr. Fleishman es el autor de LEARN to Live Through Cancer: What You Need to Know and Do y el libro de texto acompañante Manual of Cancer Treatment Recovery: What the Practitioner Needs to Know and Do. Actualmente revisa centros de cáncer alrededor del país para su acreditación por el American College of Surgeons Commission on Cancer. Es el Director Fundador de los Servicios de Soporte de Cáncer en Continuum Cancer Centers of New York_ Beth Israel y St. Luke’s-Roosevelt. Lea más de su increíble carrera aquí. Debido al Mes Nacional de Prevención del Cáncer, le preguntamos al Dr. Fleishman si la comida juega un rol en la prevención del cáncer, y de ser así, cómo.

Casi todas las semanas, escuchamos sobre los resultados de nuevos estudios o teorías que refuerzan nuestra creencia de que la nutrición apropiada puede prevenir el cáncer. Esto crea una gran responsabilidad para nuestras comidas. Y está bien, pero una dieta saludable no es una clavada. Investiguemos un poco más a fondo.

Comencemos al nivel de las células individuales. La disfunción celular – células que no funcionan bien – se debe en parte a la inflamación. Piense en la piel que ha sido quemada. Se pone caliente, roja y se hincha debido a los fluidos que se producen como resultado de la lesión y se acumulan donde no pueden salir. Las proteínas de las células en ese fluido («citocinas», cito = célular, cina = proteína) se re-absorben lentamente con el pasar de días en la sangre y nodos linfáticos, viajando a otras partes del cuerpo. Estas proteínas se producen por las reacciones bioquímicas que involucran la oxidación. Los antioxidantes pueden contrarrestar la producción de estas citocinas a través del proceso de oxidación.

Muchos alimentos anticancerígenos se consideran antioxidantes. Las cerezas y otras frutas enteras, vegetales verdes, cebollas, ajo, cúrcuma, nueces, té verde, tomates y pescado con muchos ácidos grasos omega-3 son algunos de los conocidos «alimentos saludables» que tienen propiedades antioxidantes. La conclusión natural es que estos alimentos ayudan a suprimir la formación de células de cáncer o el crecimiento, oponiéndose a las citocinas. Todos quisiéramos creer que esto es cierto. En realidad, a pesar de ser convincente, los estudios que lo prueban son menos que perfectos. ¿Si la creencia de que el cáncer se debe parcialmente a los cambios genéticos es cierta, entonces comer estas sustancias tiene el poder de cambiar nuestra genética? No tenemos seguridad, pero lo creemos. Aparte de combatir el proceso de oxidación, los alimentos que pueden prevenir el cáncer también se cree que ayudan a prevenirlo al desalentar una célula a comunicarse químicamente con su vecino, de forma que los grupos no puedan formarse y al mover alimentos a través del sistema más rápidamente de manera de que los compuestos irritantes no sean absorbidos.

Ya sea que usted está convencido o es un escéptico que quiere mejores pruebas, hay una pregunta de salud pública más grande a considerar. Si comparamos las recomendaciones alimenticias de la American Heart Association para reducir el riesgo de un ataque cardíaco, los Lineamientos Dietéticos del Departamento de Agricultura para 2010 para los Americanos y aquellos promovidos por la American Cancer Society son virtualmente idénticos. Los platos que contienen en mayor parte frutas y vegetales, carbohidratos de granos integrales, proteínas de una variedad de fuentes de plantas o animales bajos en grasas, son un consenso entre estos tres grupos de recomendaciones. Sus centros se solapan en minimizar la oxidación celular, ya sea por enfermedad cardiovascular, cáncer o mantener el peso corporal ideal. Así que por más imperfecto que sea en el sentido científico estricto, aprender cómo comer bien es algo con lo que todos podemos estar de acuerdo. A pesar de no ser tan sencillo como abrir una lata de comida preparada, el cocinar usando ingredientes frescos e integrales es una habilidad que se aprende fácilmente, es divertida y es la clave para alimentarnos sanamente.


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